Noche sobre Gaudí
¿Gaudí o miseria?. ¿Cual de las dos opciones le resulta a usted más atractiva?; ¿Cual de las dos palabras le inspira mejor a la hora de construir su vida?; ¿Elige usted la belleza o la decadencia?
Quien escribe estas líneas no encuentra duda real en estas preguntas. Si bien tampoco sale de su asombro observando que nuestra sociedad opta abiertamente por la oscuridad, la ignorancia y la miseria. La noche es cerrada sobre Gaudí.
Qué decir de Gaudí que no se haya dicho ya. La repercusión de sus obras ha sido, en multitud de aspectos, desbordante. Ha trascendido ampliamente las épocas, las culturas, las sensibilidades y las subjetividades; ha calado en ellas y se ha consolidado desde bien temprano como un claro ejemplo a seguir. Calidad, conocimiento y belleza. Obra universal: apreciada por esos pocos personajes que participan de algún pequeño grupo de “expertos” -a los que alguien les atribuye gran importancia-, y también por cualquiera que tenga dos ojos y un instante. Enormes beneficios de toda índole pues, mucho más que lo simplemente económico, Gaudí representa una referencia para todos los seres humanos de este planeta.
Su receta no era un misterio. Nadie nos oculta las claves de su trabajo. Y, como genio relativamente actual que es, no faltan citas, textos, técnicas, o multitud de formas de conocimiento que nos permiten entender su obra y el contexto de la misma. Tampoco se trata de un mito, de un personaje celestial que vivió 9000 años, de un súper-héroe, ni de un extraterrestre; sino de un ser humano que -mediante conocimiento y dedicación- consiguió elevar a la humanidad y sus oficios tradicionales, hasta el cielo.
Por otra parte, el mundo en el que vivió este hombre no era una profunda amenaza hacia la biodiversidad o hacia la naturaleza como sí lo es el actual. Por entonces no existían los plásticos ni se utilizaban masivamente sustancias tóxicas.
Está en nuestra mano adquirir el conocimiento y dedicar el tiempo y el amor suficiente a las cosas que hacemos, para que se acerquen todo lo posible al aquí llamado “camino de Gaudí”.
No hablo de ciegas copias, como si fuéramos artistas pop, sino de crear, con amor y conocimiento, un mundo bueno, rico y diverso. Y si bien es posible que no contemos con la genialidad de Gaudí. Lo que es seguro es que no haremos nada bueno o bello si no comprendemos lo que nos rodea; si no dedicamos tiempo y amor a las cosas que hacemos; o si son la ciega automatización, la superficialidad y la ignorancia las que imperan frente a los oficios, la profundidad y el saber.
Además, ahora tenemos muchos más medios para analizar las situaciones con mucho más detenimiento y poder tomar mejores decisiones en base a múltiples puntos de vista de un modo simultáneo.
En definitiva, la pregunta que se plantea el que escribe es: ¿Por qué no seguir un camino tan obviamente maravilloso? ¿Por qué hacer rápido y mal lo que puedes hacer fantásticamente? (aunque requiera algo más de tiempo) ¿No resulta, obviamente, incluso mucho más beneficioso? ¿Por qué convertir este mundo en un infierno, en vez de trabajar para construir, en él, un mundo en el que merezca la pena vivir.
José Antonio Santos Pérez