Farolas!
Los sistemas de iluminación de nuestras ciudades tienen su origen en aquellos que desarrollaron Nikola Tesla y Thomas Edison en Estados Unidos a finales del siglo XIX y principios del XX para iluminar ciudades mediante energía eléctrica. Esencialmente seguimos iluminando nuestras calles tal y como estos dos genios (fundamentalmente ellos) propusieron hace ya más de un siglo… Sin embargo nuestro mundo y el de entonces son muy diferentes. La tecnología de la que disponemos en la actualidad es considerablemente más avanzada que aquella. Además nuestras necesidades tampoco son las mismas: ahora sabemos algo acerca del peligro real que supone destruir el entorno que habitamos, sabemos que tenemos que ser humildes y aprender a respetarlo -o al menos eso espero-.
Si se hace un ligero análisis de la eficiencia de los sistemas de iluminación de las ciudades durante la noche el resultado es desastroso, lamentable, inaceptable (y todavía me quedaré corto):
– Todas las calles de todas las ciudades, prácticamente todas las calles de todos los pueblos y muchas carreteras, caminos y autopistas se encuentran encendidas toda la noche y algo del día aunque solo haya unos cuantos coches de policía haciendo la ronda y un grupito de paseantes nocturnos
– por otra parte el 99,99% de las luminarias (bombillas) empleadas en iluminación gastan en torno a un 1000% más que soluciones tipo led más modernas, duraderas y eficientes
– además las luminarias más utilizadas día de hoy son de una calidad en la iluminación y belleza nulas. Se elige no por buena o bella sino por ser barata… y se hace incluso en entornos de gran valor estético y patrimonial*
– todo lo expuesto se traduce en “necesidad de oferta energética”, subida del precio, compra a otros países de energía, intereses geopolíticos, conflictos, etc
– y por supuesto supone la alteración de todos los ritmos naturales del mundo, pérdida de ecosistemas, extinción de especies de animales, -dentro de los cuales se encuentra nuestra salud-
No deja de asombrarme cuando viajo en coche y ya no hay luz en el cielo… cómo las ciudades se pueden ver a decenas de kilómetros de distancia porque brillan como solemos imaginar que brillan los materiales radiactivos. Por ejemplo yo vivo en Segovia, pues bien… toda la sierra se recorta frente a los residuos lumínicos provenientes de toda la luz que se despilfarra en Madrid. En Segovia -que es una ciudad pequeña- ya casi ni se ven estrellas… si quieres verlas con intensidad tienes que viajar cientos sino miles de kilómetros…
Una vez más nos volvemos a encontrar con el mismo esquema: parece que el sistema de iluminación ha sido diseñado por la empresa que vende electricidad.
La solución a todo este esperpento… existe. Con luces led y sensores de presencia (que hacen que haya intensidad de luz solo si hay usuarios en las vías):
· respetamos más todo lo que nos rodea
· tenemos una iluminación mejor, más bella y más segura
· ahorramos más del 90% de lo que gastamos actualmente en iluminar las calles.
Ciudades como Barcelona ya han apostado por ello!**
Si de noche la ciudad está oscura, entonces está tranquila, bella y el descanso es lo natural; si de noche la ciudad está sobreiluminada, entonces todo se altera, no dormimos bien, nos levantamos más cansados y hasta tenemos que instalarle esos feos, pesados, sucios y aparatosos párpados a nuestras ventanas -que llamamos persianas-.
Tenemos que cambiar esta situación!
José Antonio Santos Pérez 🙂
* Son luces de sodio y se distinguen fácilmente porque a todo le pegan su color y tampoco terminan de iluminar bien los espacios. Una buena luz respeta el color de aquello que ilumina; una mala luz hace que todo tenga su color sea éste el que sea… eliminando la variedad cromática, la calidad de las imágenes, aplanando los volúmenes, etc.
** link al cambio de iluminación de Barcelona
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